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Donde converge la convergencia digital mediática

A medida que uno se va acercando al concepto de convergencia encuentra una divergencia en las definiciones que piensa si no se encontrará ante algún tipo de paradoja.

Vista parcial del conjunto de Mandelbrot: Antena del satélite.
El conjunto de Mandelbrot está formado por los números complejos c para los que la serie mandelbrot-series genera una sucesión convergente. La sucesión diverge si aparece algún número complejo con módulo mayor o igual que 2.
Las aportaciones de Benoît Mandelbrot en el campo de la geometría fractal han conseguido dar solución a diversas paradojas, como la Paradoja de Olbers.

Tradicionalmente se ha entendido como convergencia mediática el hecho de disponer sobre un único dispositivo o sobre una única plataforma de distribución de más de un medio de comunicación, resultado de un determinismo tecnológico provocado por el paso del soporte analógico al digital tal como explicaba Nicholas Negroponte. Fácilmente se puede asociar con el dispositivo a un ordenador y con la plataforma de distribución a Internet, aunque el dispositivo actual que mejor ejemplificaría este tipo de convergencia sería un teléfono móvil con características de smartphone. Esta forma de entender la convergencia de medios, observando tan solo la dimensión tecnológica, no resulta fácil de compatibilizar con lo que hace unas semanas Genís Roca, en una entrevista publicada en la revista Jot Down, explicaba diciendo que «una tecnología es relevante si modifica el sistema productivo o si modifica el sistema de transmisión de conocimiento».

De la misma manera, cuando Ramón Salaverría se preguntaba hacia dónde se dirige la convergencia de medios resaltaba la necesidad de introducir otras tres dimensiones para analizarla: la empresarial, la profesional y la comunicativa. De esta forma, la convergencia multimedia es «un reto  al que los medios no pueden dar la espalda, puesto que los hábitos de vida y, en particular, de consumo de información por parte de los ciudadanos están cambiando rápidamente movidos por esta revolución digital», por lo que «reclama nuevos lenguajes y modos de hacer información […], supone el advenimiento de un nuevo periodismo. Y no hay periodismo sin periodistas». Entendiendo, pues, que se trata de una cuestión profesional en su totalidad, concluye que «no debe ser entendida sólo como una gestión optimizada de recursos, sino también como la búsqueda de productos informativos cualitativamente mejores a través de la cooperación entre medios».

PONTO DE CONVERGÊNCIA (Convergence Point)
creative commons licensed ( BY-SA ) flickr photo shared by jonycunha

Se llega de esta forma a la cuestión sobre cómo debe ser el producto que genere la industria cultural dedicada a la información y el entretenimiento. El avance de las telecomunicaciones supone un gran beneficio para el sector de la comunicación y la cultura en lo que respecta tanto a la producción como a la distribución en el mercado, por lo que la cuestión central se basa en el control sobre la creación de contenidos, asumiendo, como hace Soledad Ruano, que «únicamente los contenidos de calidad harán que las redes y las nuevas tecnologías sean realmente útiles». La monetización y rentabilidad de la inversión, por tanto, se debe centrar en una serie de productos por los que el consumidor esté dispuesto a pagar, siendo diferentes según se trate de televisión, telefonía o Internet.

Estos planteamientos han puesto el foco sobre la propia tecnología, sobre las empresas, sobre los profesionales o sobre la economía, olvidando que en realidad, como advierte Genís Roca,

Los medios compiten por el tiempo de sus usuarios, más que por su dinero. Es la llamada economía de la atención.
La verdadera convergencia es la que se produce en cada uno de los consumidores, y la estrategia consiste en intentar englobar los espacios de tiempos que pueden dedicarnos, diferentes momentos que atenderemos forzosamente con diferentes medios que convergen en el usuario y sus múltiples interacciones sociales.

La forma en que se consumen estos medios, denominada lectura transmedia por Henry Jenkins, poco tiene que ver con la idea del «todo en uno» o con  las recetas para empresas y profesionales frente a la crisis del sector. «En el proceso de convergencia de medios, los consumidores se transforman y los medios se minimalizan en la marca». El consumidor se transforma en prosumidor como parte de un proceso colectivo. «Como dice Jenkins, los viejos medios nunca mueren. Ningún nuevo medio mata al anterior».  Asumiendo que la marca es el principal activo de un medio de comunicación, éstos «deben dejar de ver la convergencia como una cuestión de ingeniería (técnica, económica…) y tratarla como un tema de servicio y fidelización al cliente»; es decir, entender a las audiencias como elemento sobre el que se articula la convergencia como fórmula para su supervivencia.